domingo, 29 de abril de 2007

El síndrome de Nottingham

Lo malo de atravesar una situación traumática no es la experiencia en sí, sino la posibilidad de que su recuerdo aflore de nuevo y te persiga el resto de tu vida. Eso es lo que nos ocurre a los que estuvimos aquel mes de diciembre de 2004 en Nottingham, para lo que prometía ser una ocasión especial y que acabó tornándose en la pizza más desastrosa de nuestras cortas y humildes existencias, secuestro islamista incluído (aunque eso es otra historia que ya contaré), cuando recibimos la noticia de que Elton estaba enfermo (dichoso flu) y se veía obligado a suspender el concierto.

Huelga decir, pues, que el síndrome de Nottingham empezaba a apoderarse de Miss Kiki Monroe y un servidor, pero a una escala proporcional a los 6000 kilómetros que habíamos recorrido para estar allí aquel día. Ninguna alusión al evento, así que decidimos meternos en la cabeza del lobo y entrar en el Madison, a investigar el asunto.

Afrontando el pavor a la verdad, a la posibilidad de que nos tuviéramos que volver a casa con la colita entre las piernas, tratando de mentir al respecto y defendiendo que el concierto había sido una auténtica pasada, llegamos al hall del MSG y vemos la luz al final del túnel: una pequeña foto de Elton anuncia el concierto de su 60 aniversario para ese mismo domingo día 25...

Sin embargo, seguimos sin avistar nada que nos deje más tranquilos: algún poster, algún cartel, un anuncio en las pantallas electrónicas, ¡algo! Pero no hay nada. Hasta que por fin, el catalán emigrado a Holanda, Ferran, nos comunica que en la parte trasera del Madison Square Garden luce un enorme Super-Elton con una sonrisa tan grande como sus 60 añazos. Por fin respiramos tranquilos. Ahora sólo cabe esperar que la fiesta del sábado no le deje demasiado tocado... :S

Looking for Elton...

Hemos llegado a Nueva York. Un bus nos lleva desde el JFK hasta Grand Central, donde nos recoje un conductor sin demasiadas contemplaciones al volante (algo imprescindible en NY si quieres llegar a tu destino a una hora decente). Después de unos cuantos baches y otros tantos bocinazos, nos apeamos en Penn Station, a la vera del Madison Square Garden. Cruzando el paso de peatones, nuestro hotel, el Pensylvannia, y, desde allí, una magnifica vista de la entrada principal del MSG, con su gigantesca pantalla digital, que anuncia los próximos eventos...

Ni rastro de Elton...